El agua es uno de los principales factores que influyen en las características mecánicas y físicas de la madera.
A la tala, el árbol puede contener entre un 50 % y un 300 % de humedad, según la especie leñosa y el entorno de crecimiento.
De esta cantidad de agua, una parte se encuentra libre entre las celulas y otra parte está ligada a las paredes celulares.
Despues en la tala el agua libre es la primera en salir, provocando pérdida de peso, pero no disminución de volumen.
El agua ligada empieza a salir sólo cuando la madera alcanza valores de humedad de alrededor del 30 %.
Este umbral, denominado “punto de saturación de las libras”, es fundamental, ya que cualquier pérdida adicional de humedad provoca una disminución del volumen, lo cual da lugar al fenómeno denominado contracción.
Incluso después de un largo período de secado natural o de un ciclo de secado artificial, la madera siempre contendrá un porcentaje de agua manteniendose en equilibrio dinámico con las condiciones termo higrométricas del entorno.
El hecho de secar la madera aumenta su estabilidad y facilita su elaboración, evitando el riesgo de fisuras, de alteraciones debidas a ataques fúngicos, y al mismo tiempo elimina hongos e insectos eventualmente presentes.
No hay que subestimar este aspecto, porque si la madera no se seca bien, se corre el riesgo de que se vea comprometida de manera importante, hasta el punto de que no sea apta para la transformación.
¿Qué factores influyen en el proceso de secado de la madera?
- Temperatura: cuanto mayor es la temperatura del aire, tanto más rápidamente sale el agua a la superficie de la madera.
- Humedad: al controlar la humedad relativa del aire y la humedad de la madera, se logra un secado perfecto de la madera.
- Circulación del aire: influye en la velocidad de secado. El paso del aire caliente sobre el material absorbe la humedad en la superficie de la madera.
El control de estos factores permite optimizar el proceso de secado y evitar o reducir los defectos de la madera.
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